Salmo 44 (En Liturgia el 43) - Invocación del auxilio Divino

El salmo que recitaremos enseguida es un poema nacional religioso que habla en nombre de los que creen en Dios.

En un momento en el que a los que pertenecen a la verdadera religión les suceden males muy grandes, el salmista para mover la bondad del corazón de Dios cuya protección implora y para animar a los corazones desanimados, hace un paralelo entre los males que actualmente permite Dios que les sucedan a sus amigos y los bienes con los que en otras épocas los ha colmado.

Es un salmo de atrevida confianza y ésta nace al recordar los portentos que Dios hizo en la antigüedad en favor de los que han creído en El. También en esta época nuestra de graves problemas y angustias será de gran utilidad al recordar las maravillas que Dios ha hecho en favor de sus amigos en los tiempos pasados, porque esto nos llevara a tener plena confianza en que su Divina Providencia hará también maravillas en favor nuestro en este tiempo y en lo porvenir, pues nunca falla su poder para ayudar a los que en El confían. 

Por eso es provechosísimo el hacer aprender a la juventud y hacer recordar a la gente mayor, la Historia Sagrada, la Historia de la Salvación, porque estos hechos antiguos tan emocionantes y tan admirables, mueven a los creyentes a tener más fe en el Dios Todopoderoso que esta listo a correr siempre en auxilio de los que lo invocan con verdadera confianza.

Ojalá los niños y jóvenes de ahora puedan decir también después la primera frase de este salmo: "Nuestros padres nos contaron las obras que realizaste, oh Dios, en los tiempos antiguos". Aquí en este bello himno hay frases atrevidísimas que sólo se explican por el inmenso amor y confianza de los israelitas hacia su Dios. Por ej.: "¡Despierta, Señor, ¿por qué duermes?!"; etc.

Recordemos siempre: el mejor remedio para que Dios intervenga en nuestro favor en tiempos difíciles será siempre: una gran confianza en su poder y en su bondad.

SALMO 44 (En Liturgia 43) - LAMENTACION EN TIEMPO DE DERROTAS Y DESGRACIAS
1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.
2 Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron, nos lo contaron nuestros padres, la obra que hiciste en su tiempo, antiguamente, 
3 con tu propia mano. Para plantarlos a ellos, desposeíste naciones, para ensancharlos, maltrataste pueblos;
4 no conquistaron la tierra con su espada, ni su brazo les dio la victoria; fueron tu diestra y tu brazo, y la luz de tu rostro, pues los amabas.
5 Tú solo, Rey mío, Dios mío, decidías las victorias de Jacob;
6 por ti hundíamos a nuestros adversarios, en tu nombre pisábamos a nuestros agresores.
7 No ponía mi confianza en mi arco, ni mi espada me hizo vencedor;
8 tú nos salvabas de nuestros adversarios, cubrías de vergüenza a nuestros enemigos;
9 en Dios nos gloriábamos a diario, celebrando tu nombre sin cesar. 
10 Y con todo nos rechazas y avergüenzas, no sales ya con nuestras tropas,
11 nos haces dar la espalda al adversario, nuestros enemigos saquean a placer.
12 Nos entregas como ovejas de matadero, nos desperdigas en medio de los pueblos;
13 vendes a tu pueblo sin provecho, no sacas mucho de su venta.
14 Nos haces la irrisión de los vecinos, burla y escarnio de los circundantes;
15 las naciones nos sacan motes, los pueblos menean la cabeza.
16 Tengo siempre delante mi ignominia, la vergüenza cubre mi semblante,
17 al oír insultos y blasfemias, al presenciar odios y venganzas.
18 Todo esto nos vino sin haberte olvidado, sin haber traicionado tu alianza.
19 No se habían retractado nuestros corazones, ni habían dejado nuestros pasos tu sendero,
20 pero nos aplastaste en morada de chacales nos cubriste con la sombra de la muerte.
21 Si hubiésemos olvidado el nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos a un dios extranjero,
22 ¿no se habría dado cuenta Dios, que conoce los secretos del corazón?
23 Pero por ti nos matan cada día, nos tratan como a ovejas de matadero.
24 ¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
25 ¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra miseria y opresión?
26 Nuestro cuello está hundido en el polvo, pegado a la tierra nuestro vientre.
27 ¡Alzate, ven en nuestra ayuda, rescátanos por tu amor!

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