Algunas recomendaciones para rezar bien los salmos

1a.) Recordemos que el mejor maestro de la oración es el Espíritu Santo. Por eso invoquémoslo siempre antes de recitar alguno de estos bellos himnos. El nos enseñará a rezar. Tenemos que repetir la súplica de los apóstoles. "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11, 1).

2a.) Recémoslos despacio saboreándolos. No olvidemos que lo que vale no es el número de oraciones que recitemos, sino el cariño y devoción con que las recemos.

3a.) Señalemos los salmos que más nos gustan para rezarlos con más frecuencia. Hay unos que nos agradarán mucho más que los demás. Esos están hechos especialmente para nosotros y al rezarlos sentiremos más gozo y emoción.

4a.) Tratemos de ir aprendiendo algunos salmos de memoria. Hay algunos sumamente hermosos y fáciles de aprender, como por ej. el 1, el 23, el 25, el 130, el 177, etc. Así los podremos recitar después en horas de soledad, de angustia o de alegría, sin necesidad de tener un libro a la mano. Recordemos que las oraciones que a Dios más le agradan son las oraciones que El mismo ha mandado componer.

5a.) Leamos las explicaciones que traen algunos libros. Estas oraciones fueron escritas hace tantos siglos, en un país tan lejano y por personas que pensaban de una manera tan distinta a la nuestra, que si no leemos las explicaciones de los sabios nos vamos a quedar sin entenderlas debidamente.

6a.) Aprendamos en los salmos cómo es que se debe rezar. En estos bellísimos himnos vamos a descubrir que orar no es sólo pedir. Orar es ante todo adorar, dar gracias, suplicar perdón, reconocer que nuestro Dios es grande, poderoso y lleno de misericordia. Después de todo eso, sí se empieza a pedir su auxilio. Nosotros hacemos a veces lo contrario: nos quedamos sólo en pedir, y no adoramos, no damos gracias, ni suplicamos perdón.

7a.) No consideremos los salmos como oraciones envejecidas, anticuadas. Son oraciones hechas para nuestro hoy, para nuestra situación, para que las recemos los contemporáneos. Dios nunca envejece. Para El todo es presente. Al mandar redactar estos himnos estaba pensando en nosotros los que vivimos ahora, en nuestras necesidades, angustias y acciones de gracias. Recemos los salmos como mandados hacer expresamente para que los rezáramos nosotros hoy. Los salmos nunca envejecen. Son siempre jóvenes y de actualidad, como su autor, Dios nuestro Señor.

8a.) Alegrémonos al pensar que al rezar estos himnos estamos recitando las oraciones más repetidas y apreciadas en el mundo entero. Jesucristo los hizo oración suya y los rezaba cada día. La Virgen María, los Apóstoles, los Pontífices y todos los santos los han recitado con inefable gozo. Todos los sacerdotes y religiosas del mundo entero los recitan día por día. Lo que nosotros le decimos a nuestro Dios en estos himnos, se lo están diciendo en sus diversos idiomas sus amigos de todos los países las 24 horas del día.
Qué hermoso saber que lo que estamos recitando no son "devocioncitas nuestras inventadas por nuestro pobre criterio", sino oraciones universales inventadas por el mismo Dios, dictadas a sus poetas y profetas, y recitadas por los Israelitas varios siglos antes de nuestra era, y por Cristo y sus apóstoles, y por millones de cristianos en todos los siglos, en todos los países y en todos los idiomas del mundo.

Cuando rezamos un salmo estamos uniéndonos a la Sinfonía Universal que brota del corazón de los mejores amigos del Señor, desde todos los rincones de la tierra y que Ilegará a los oídos del buen Dios para volver luego a nosotros convertida en regalos del Padre del cielo para sus queridos hijos de la tierra.

2 comentarios:

  1. Muy clara y comprensible la enseñanza, justo lo que buscaba, muchas gracias

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  2. Siempre me ha llamado la atención la oración con los salmos, pero no sabía como hacerlo, gracias muy amplia su enseñanza

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